Hernias de Disco
y el estilo de vida Quiropráctico
Uno de los grandes males de nuestra sociedad son las hernias de disco, ya sean en el cuello o en la zona lumbar siempre causan problemas y siempre causa alarma en el paciente cuando el diagnóstico es “hernia de disco”.
Hay muchos mitos acerca de este problema, se dice que si tienes una hernia siempre tendrás problemas con la columna, que no se puede hacer deporte, que la solución pasa por una intervención quirúrgica, etc…, pero como muchos otros mitos no son realidad.
Ayudando a un paciente con hernia adecuadamente este puede vivir una vida bastante normal, sin dolores ni otros síntomas.
En un estudio de la Universidad de Roma encontraron que el 82% de los pacientes con hernia alcanzaron buenos resultados con un tratamiento conservador: descanso durante dos semanas y manipulación o rehabilitación y también que la quiropráctica es un tratamiento que da importantes beneficios para este problema.
A menudo los pacientes relatan que sufren de dolores de la zona lumbar que irradia hacia las piernas o de dolores del cuello que irradia hacia los brazos, por lo general sufren de hernia de disco. Pero “¿Qué es una hernia de disco?”
En todas las articulaciones vertebrales hay unos discos, excepto entre el cráneo y la primera cervical y la primera cervical y la segunda. Estos discos conectan las vértebras, trabajan como un amortiguador y permite la movilidad entre las vértebras, al mismo tiempo que soporta el peso con gran estabilidad. Estos discos se componen de dos partes, una masa gelatinosa esférica – Núcleo Pulposus – y otra parte que son unas bandas de fibras fuertes – Annulus Fibrosis-.
Lo que ocurre cuando el disco se daña es que algunas de las capas de la fibra empiezan a romperse, dejando que el núcleo se desplace. Normalmente este desplazamiento es hacia detrás y hacia el lado, justamente donde se encuentra la salida del nervio. Cuando las capas de fibra se han roto lo suficiente el núcleo causa una protuberancia en el disco y ya tenemos “la hernia de disco”.
Lo bueno de una hernia de disco es que normalmente no causa dolor, hasta un 40% de la población pasada los 40 años tiene una o más hernias y la mayoría de ellos tienen un día normal. Los problemas empiezan cuando el disco no es capaz de acomodarse al moverse la articulación y esto va afectando a las articulaciones vecinas al disco dañado. Todo esto causa inflamación del nervio más cercano, lo que causa dolor y hormigueo que baja hacia el brazo o la pierna.
A veces el daño de un disco puede ser tan grande que provoca una presión directa sobre el nervio, la médula y su manto de protección. Esto provoca el hormigueo y también puede provocar disminución de fuerza muscular de la pierna o brazo.
Algunas clases de hernias hay que operarlas, pero la mayoría responden bien al tratamiento quiropráctico, restableciéndose el movimiento normal de las articulaciones afectadas por el disco dañado.
No podemos devolver el disco a un estado normal cuando el daño está hecho, pero un paciente con hernia puede llevar una vida normal y activa cuando el funcionamiento normal de la columna se ha restablecido y esto se mantiene.
Lo mejor de todo es prevenir la aparición de una hernia pero para esto hay que saber cómo se produce, si sabemos esto podemos intentar evitar posturas o actividades que puedan dañarnos.
Existen dos tipos de hernias: la aguda y la degenerativa. La aguda está provocada por una sobrecarga de la columna, en las lumbares generalmente por coger sobrepeso y en las cervicales por accidente de coche. La de tipo degenerativo es más complicada de prevenir, menos problemática de tratar y más frecuente. Se produce porque los discos van perdiendo flexibilidad y contenido de agua, endureciéndose y perdiendo altura, al mismo tiempo que ganan anchura.
Para prevenir la primera podemos hacer: al levantar peso mantenerlo cerca del cuerpo, para levantar algo pesado pedir ayuda, mantener la columna recta al levantar peso y tener cuidado al realizar trabajo físico si el cuerpo está frío.
Para prevenir la clase degenerativa hay que mantener la columna en buen estado, mantenerla flexible y fuerte con un buen programa de ejercicios, mantener un peso ideal-ni gordo ni flaco-, llevar una dieta equilibrada y sana y no fumar, ya que los fumadores tienen más problemas en la columna y menos resistencia física.